martes, 24 de julio de 2007

Detrás de una Verja de Lanzas

(Monólogo Teatral de Luis Alberto Lecuna)

© Luis Alberto Lecuna
© Pueblo Blanco Producciones Culturales


Escenografía austera. En primer plano, un escritorio pequeño con varios volúmenes de libros “prolijamente desordenados”. Detrás, una biblioteca atiborrada de libros o decorado que la represente. Hacia a un costado, una verja de lanzas. En el otro costado, un mueble con un gran espejo.
Un único actor interpreta a Borges, a “Su Majestad El Lenguaje”, y a diversos personajes salidos de la pluma borgesiana.
Una vez instalado el público, comienza a escucharse la voz de Borges durante un tiempo prudencial. Luego se apagan lentamente las luces para permitir el subrepticio ingreso del actor, que se ubicará sentado frente al escritorio y al público.
Al encenderse lentamente las luces, se observa al actor pensativo, con una mano sobre la cabeza y otra acariciando distraídamente los libros que hay sobre el escritorio. Conforme se prenden las luces se va apagando la voz de Borges.


Borges: -Mi infancia fue... la biblioteca de mi padre...Una biblioteca de innumerables volúmenes ingleses: Kipling, Wells, Stevenson...y también, curiosamente, Ascasubi....

Allí leí, a hurtadillas, el “Martín Fierro”, que se veía como una lectura guaranga en aquella época... Y también leí Facundo... y a los clásicos griegos...
Mi infancia está en Buenos Aires y en el campo...
En Fray Bentos...
(Se levanta lentamente y deambula por el ambiente hasta detenerse frente a la verja)
…Lo cierto es que me crié en un jardín detrás de una verja de lanzas, en una casa con un amplio patio, y en una biblioteca de la cual nunca he salido...
Buenos Aires, Ginebra, Madrid, Inglaterra, Estados Unidos, Montevideo, y otra vez Buenos Aires... países o ciudades que tan sólo son una prolongación de esta biblioteca de la que nunca he salido...
Sin trasponer estas rejas, los libros, los sagrados libros me permitieron acceder al universo...
Por eso, si debo rescatar algo, si estos ojos sin luz hurgaran en mi interior, encontrarán pocas cosas que me acercaron a la felicidad: los años vividos en las casa de mi infancia, los días de campo en Argentina y Uruguay, el placer inmenso de acceder a la palabra, el escaso mérito de dar apariencia erudita a mis divagaciones, y sobre todo, los libros, los libros, los sagrados libros...
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(Con una capa, un libro y papeles sueltos en una mano, un teclado de ordenador debajo del brazo, una pluma fuente en la otra mano, aparece… Su Majestad, El Lenguaje:)

- Señoras y señoooooores!!
(Dirigiéndose a alguien del público) A Ud., bella dama de azul, de mirada inescrutable, a Ud., caballero atento y expectante, (etc.)
(interrumpiéndose a sí mismo)
Ante todo, quiero agradecerles el gozar inmerecidamente de vuestra atención, para adentrarlos a través de la magia simbólica de lo que represento, en el sutil e inconmensurable mundo de...
¿Cómo? ¿Que quién soy?..
Pues bien, a eso iba...
...A vuestros ojos sorprendidos ante tanta verborrea puedo ser el mismísimo universo, el implacable “Señor Tiempo”, o la simbolización alborotada de un instante, de un solo instante en el devenir de la historia de la humanidad, que cada uno de ustedes, con sus sentimientos y cotidianas actitudes contribuyen, sin saberlo, a escribir...
Señoras, señores....
(Comienza a hablar con rapidez y gesticulando)
Convengamos, finalmente, en que soy parte de lo antedicho y parte de la nada, tan sólo un minucioso y verborrágico maestro de ceremonias que intentará la absurda tarea de introducirlos en el mundo de alguien que elevó mi Reino a cumbres insospechadas, a universos impensados, a mundos sublimes...
(Ahora habla a un ritmo normal)
Me refiero obviamente, a ese paradojal poeta ciego, genial hasta lo imposible, irónico hasta el sarcasmo, erudito como pocos, que tanto hizo por mí y por mi reinado...
¡Ciclópea tarea la mía, y sin lugar a dudas pasible de ser coronada con el más exitoso... de los fracasos... Porque, ¿quién nos puede asegurar que en los escasos minutos que dispongo (más escasos aún si los comparamos con la vasta eternidad) llegaré a lograr el absurdo cometido de que ustedes descubran a Borges, conozcan a Borges, reciban el mensaje, la secreta relevación que existe en cada uno de estos objetos sagrados...
¿Como? Ah!... Aún insisten en saber quien soy... Digamos que soy un muro entre ustedes y la realidad... Soy alguien inepto para que usted... o usted... o usted, logren comprender el universo. Soy nada más y nada menos que una arbitraria y antojadiza combinación de símbolos, soy la creatividad, soy quien les invita a renunciar a toda aspiración a la verdad, y les propone encontrar la felicidad... o al menos una de las formas de la felicidad, entregándonos al juego de la Literatura...
Claro... con esa temible profesora que le tocó en desgracia en el colegio... Usted me mira perpleja y desconfiada... La Literatura nunca le deparó felicidad alguna, más bien al contrario, fue un suplicio…
Pero yo le sugiero... les sugiero, que cerremos los ojos y aceptemos la posibilidad de que la palabra puede irradiar belleza, que nos puede deparar un gran placer, que al igual que los sonidos, la arcilla o el color en manos de un músico, un escultor o un pintor, nos puede ayudar a llenar el vacío de la realidad con belleza, con placer, con libertad...
Señoras, señores, les invito a entrar en el mundo de Jorge Luis Borges...
¿Cómo dice? Por supuesto... ¡Acertó!
Yo soy su Majestad...¡El Lenguaje!

(Las Luces se apagan completamente. Al encenderse nuevamente, vemos al actor que abre el libro y lee detenidamente)
Dice mientras va lentamente escribiendo:
Actor:
“Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente.
Nuestras nadas poco difieren: es fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos ejercicios, y yo su redactor”
Así prologaba Borges su primer libro, “Fervor de Buenos Aires”, trescientos ejemplares costeados por su padre, y distribuidos estrictamente en los distraídos abrigos de sus amigos, habitués de percheros de los cafés donde solían reunirse en memorables encuentros donde se mezclaban la metafísica con el delirio, las profundas discusiones con el envidiable humor de Macedonio Fernández.
Luego vendrían los otros libros... y otros cielos... “Luna de enfrente”, “Cuadernos San Martín”, “Evaristo Carriego”, “Discusión”, Suiza, España... nuevos libros y nuevas ciudades... “Historia Universal de la Infamia”, “Historia de la Eternidad”, “Ficciones”, “El Aleph”, “Otras Inquisiciones”... El mundo entero, la rehuída fama, infinitos premios y títulos que compensaron con creces una terca obstinación por negarle el premio Nobel, y finalmente, la acreditación reverente como la de ser el más importante literato de habla castellana de proyección universal...
También llegaría el reconocimiento de sus compatriotas, que con persistente estulticia lo sindicaban de “extranjerizante”... ¡Borges!... ¡Cuántas idioteces se cometieron en tu nombre!... ¡Cuántos te atacaron si comprenderte, sin haber siquiera leído alguno de tus memorables relatos...
Por eso Cortázar dijo en un poema:
“Justo en la mitad de la ensaimada se plantó y dijo: “Babilonia”. Muy pocos entendieron que quería decir... “El Río de la Plata”...
El Río de la Plata...

(Interpreta el poema Fundación Mítica de Buenos Aires)

¿Y fue por este río de sueñera y de barro /
.......
La juzgo tan eterna como el agua y el aire /

(Música de tamboriles)

El Río de la Plata...
Buenos Aires..
Montevideo...
¡Montevideo!...

(Interpeta el poema Montevideo)

Resbalo por tu tarde como el cansancio
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Calles con luz de patio.
Montevideo...Montevideo...Montevideo...
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Se apagan las luces.
Música muy suave, de fondo
Se encienden las luces

A instancias de Victoria Ocampo, Borges conoce a un joven que influiría notablemente en su obra, y con el que crearían admirables páginas haciendo gala de un delirante humor y ejercitando incesantemente la inteligencia.
Pareciera que cada uno hacía el esfuerzo por superar al otro, y lo conseguían, hasta ser ellos dos finalmente superados y dominados por el “tercer” escritor que habían inventado, quien ya tenía vida propia y un nombre: Don Honorio Bustos Domecq.
Suárez Linch, otra mezcla de apellidos de sus ancestros, sería una nueva fórmula que los uniría al punto de no poder discernir qué parte del relato escribió cada uno.
Los cuentos fantásticos, los relatos policiales, temas en los que Borges aplicaría su singular maestría, aparecieron en su obra a partir de la amistad con este jovencito, que no era otro que Adolfo Bioy Casares...VESTIMENTA, la delirante historia de Eduardo Bradford y el comisario retirado Silveira, es fruto de este “tercer escritor”, Don Honorio Bustos Domecq.

Aquí, el actor relata y personifica el cuento “Vestimenta”, de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (H.B.Domecq)
Máscaras: La del protagonista, Eduardo Bradford, y la del comisario retirado Silveira:

Según se sabe, la compleja revolución comenzó en Necochea.
.......
Pionero en el martirologio de Sierra Chica, Bradford murió allí de bronconeumonía, sin más ropa que un traje a rayas dibujado sobre la carne enteca.
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Se oscurece la sala / Música /Se encienden lentamente las luces / El actor interpreta parte del cuento El Aleph:

...Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato
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pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.
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Actor:
“Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / Me dio a la vez los libros y la noche”.
Con estos admirables versos Borges refleja la paradoja que experimentaba al ser nombrado Director de la Biblioteca Nacional, en la misma época que comenzaba a quedarse definitivamente ciego.
Una paradoja que otros también habían vivido en carne propia y en el mismo rol: José Mármol y Paul Groussac, lo cual le hace reflexionar en el Poema de los Dones:

Algo, que ciertamente no se nombra /
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los mismos pasos en los mismos días.

Pero de modo alguno significó la ceguera un trauma para él. Fijémonos lo que pensaba al respecto:
“Todo hombre - decía Borges- debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas nos han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso del artista. Todo lo que nos pasa, incluso las humillaciones, los bochornos o las desventuras, todo eso nos es dado como arcilla, como material para nuestro arte. Si el ciego piensa así, está salvado”.
La ceguera lo lleva a desarrollar con maestría el verso rimado, amigo de la nemotecnia, de la capacidad auditiva...

(parte del poema El Ciego)

Lo han despojado del diverso mundo,
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Debo labrar mi insípido universo.

Borges tomó a la ceguera como quien recibe un atributo y no un castigo. No olvidemos la poderosa influencia que ejerció en él la imagen paterna.
Su padre, abogado con aficiones literarias, le legó, además de la ceguera, ese escepticismo ante las cosas y la vida, que Borges supo engalanar con una fina ironía, con un profundo sarcasmo.
Desde el punto de vista literario, la ceguera es incorporada a la temática borgesiana como un elemento más, sumado a otros símbolos recurrentes a lo largo de toda su obra, la mayoría de ellos ligados a ciertos traumas infantiles.

(Aquí, el actor personifica a Borges:)

...Detrás de esta verja de lanzas, de donde nunca he salido, encontrarán mis obsesiones, mis miedos, los temas de mis historias y relatos...
Allí está mi rostro, infinitamente multiplicado en los espejos de mi habitación, y nuevamente repetido en los bruñidos muebles de caoba...
Y más allá, el lugar donde la abuela Ann nos inventaba cuentos de animales salvajes, especialmente de tigres, de dorados tigres...
Y más allá aún, en el “pequeño convento de los pájaros”, esa inmensa palmera bajo la cual inventé junto con mi hermana Norah juegos, ajenas historias y personajes que cobraron vida en nuestra imaginación.
También estaban las rosas, las rosas profundas y tenues...
Y aquí, en la biblioteca, vi por primera vez, un libro con un grabado en acero de las siete maravillas del mundo... entre ellas, el laberinto de Creta...
El laberinto ha sido para mí siempre el símbolo inequívoco de la perplejidad... Un edificio construido para que alguien se pierda...

Para darle mayor dramatismo, el actor va al cajón y extrae un puñal, y se acerca al público:

(El actor interpreta el poema El Puñal)

También aquí, en un cajón ... hay un puñal...
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado.
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Tanta dureza, tanta fe, tan impasible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.

(El actor interpreta el poema La Trama)

Para que su horror sea perfecto, César,
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Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.

Puñales...espadas...laberintos...tigres...rosas...espejos...

(El actor interpreta el poema Al Espejo)

¿Por qué persistes, incesante espejo? /
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y luego a otro, a otro, a otro...

Actor:
¿Y qué podemos decir de las ideas políticas de Borges?
Dejando de lado la estupidez de quienes pretenden juzgar a un hombre de letras por su manera de pensar o su ideología política en vez de apreciar su obra como escritor, podríamos decir que Borges, a lo largo de su prolongada vida, abarcó todo el calidoscopio del pensamiento humano para hacer, finalmente, y a pesar de su hereditario anarquismo spenceriano, su agnosticismo, y su escepticismo, una sentida defensa de la democracia como forma de gobierno...
Pocos saben de la afinidad juvenil de Georgie con el ideario del radicalismo, muchos saben su posterior afinidad con el conservadorismo, también es conocida su aversión por ciertas prácticas demagógicas y populistas de quienes oportunamente lo nombraron “inspector de aves de corral”, pero lo que muy pocos saben, es que el joven Borges, adhirió con estos sentidos versos al revolución rusa:

(El actor interpreta el poema Rusia)

“La trinchera avanzada es en la estepa un barco al abordaje con gallardetes de hurras/
..................
bayonetas que portan en la punta las mañanas”

Finalmente, y como tratando de llegar a la esencia de todas las cosa, llegó a decir:
“..Creo que la felicidad es mucho más importante que la política o nuestras opiniones.
Después de todo las opiniones son más bien egoístas y la felicidad, si podemos lograrla, es esencial para el ser humano.
Y si no la felicidad, al menos la esperanza de la felicidad.
Cuando estoy escribiendo un cuento, creo que no debería permitir que mis opiniones se inmiscuyan. Porque los cuentos y poemas son sueños, y los sueños, por supuesto, son más importantes que las opiniones...”

(A continuación el actor relata el “Episodio del Enemigo”)

“Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa.
…………………….

“Y así lo hice”

(Se apagan las luces)

(Se encienden las luces)

Actor:
No existen fórmulas mágicas, ni claves secretas para entender a Borges, para acceder a su espíritu atiborrado de lecturas memorables, para compartir su persistente preocupación por la excelencia del lenguaje...
Simplemente, debemos disponernos de manera cómplice a gozar plenamente de su genio literario, a disfrutar de sus bromas evidentes y ocultas a lo largo de innumerables relatos, a ratificar junto a él se sentimiento patriótico, que va mucho más allá del mero nacionalismo, o estremecernos con su sensibilidad capaz de humanizar hasta lo abstracto, a comprender que ante todo, la literatura fue para Borges un ejercicio lúdicro, una diversión infinita...
Borges gozaba leyendo y gozaba escribiendo, inventando citas de bibliografías inexistentes y mezclándolas con otras verdaderas.
Por eso, el supuesto velo intelectual que se interpone entre Borges y el lector es más ficticio que real...
Cierta vez le preguntaron, eruditamente, cómo definiría él su técnica de composición literaria. Borges, dueño irónico del lenguaje y de las pausas, hizo “como que pensaba”, para contestar luego:
“- Digamos que estoy a mitad de camino entre Alfred Hitchcock... y los hermanos Marx."
Su vida, fue una vida literaria, una vida de conciencia de las palabras y de lo que hay detrás de ellas: ritmos, entonaciones, sensibilidad, cadencias, etimologías...
Algo me dice que quizás, muchos de ustedes, despojados de prejuicios, sabrán admirar a este líder de una revolución triunfante, maestro de maestros, creador de un enriquecido lenguaje castellano.
Pareciera que los Americanos del Sur, vivimos apresados en un terrible laberinto, como ratificando aquella desgraciada frase que alguien estampó como una lápida: “América Latina es la región del futuro... y siempre lo será...”
Borges, por encima de los absurdos enfrascamientos, nos ha dado una salida de este complicado laberinto: la persistente y obsesiva lucha de nuestro espíritu contra los obstáculos, hasta lograr la plena expresión de nuestra singularidad americana.
Como Borges en la Literatura, también nosotros habremos llegado a la excelencia, cuando logremos lo que él hizo con su obra: imponernos un orden, abrir nuestra imaginación, responder a cada uno de los problemas sociales, políticos, económicos... con la verdad… con la rectitud… que son las formas del Amor al próximo.
En síntesis, ser humanos y hacer con y para los demás, para nunca más tener que padecer todos y cada uno, el oprobioso castigo que dimana del individualismo y del espíritu de autodestrucción inherente a nuestra especie…

Telón